Comer, beber, respirar y dejarse golpear por el sonido. Escuchar y bailar techno es una experiencia a menudo totalmente física y corporal. No hay nada en que pensar. Cuerpo y mente fluyen al unísono al ritmo de los bombos. Pero otras veces, el sonido nos hace despegar, nuestra imaginación abandona nuestros cuerpos para elevarse a las alturas, y entonces soñamos techno y el techno nos hace soñar. Y llegamos a confundir lo escuchado con lo soñado, sin poder discernir quién precede a quién. Es ahí, en ese punto indefinible que todos hemos vivido en algún instante, donde nace, a principios de los años 90, la IDM o Intelligent Dance Music. Una de las etiquetas más desafortunadas y estúpidas de la historia de la música electrónica, que, sin embargo, identifica una sus más bellas y fructíferas variantes.
El concepto IDM está íntimamente ligado en la memoria colectiva al mítico sello Warp, y al pensar en ello, en un primer momento, son nombres como Autechre, Aphex Twin o Boards Of Canadá los que nos vienen a la mente. Sin lugar a dudas, todos ellos merecen con creces el lugar privilegiado que la historia les ha reservado. Pero hay un cuarto nombre, que siempre tarda unos segundos más en llegar. Un nombre que exige saltarse el titular y buscar en el propio artículo, porque jamás obtuvo semejante notoriedad y ha quedado unido a una idea «género», de música para «iniciados», no tan «rompedora» ni «revolucionaria». Ese nombre es B12, el proyecto creado por Steve Rutter y Mike Golding en 1991, y Electro-Soma(1993) su obra definitiva. Una joya imperecedera e incontestable.
Cuentan que cuando Steve y Mike se presentaron en las oficinas de Warp a principios de los 90, les ofrecieron un contrato por 6 álbumes similar al que habían firmado Richard James, Aurechre o Black Dog. El acuerdo suponía un adelanto máximo cercano al millón de libras. Mike y Steve se miraron y pensaron que jamás serían capaces de ganar tanto dinero y devolverlo, por lo que, ante la atónita mirada de los responsables del sello, rechazaron la suculenta oferta. B12 prefirieron trabajar disco a disco, y entregaron 3 LPs en total a su ritmo y a su manera. Ni «Electro-Soma» ni ninguno de los demás alcanzó la notoriedad de otros lanzamientos de Warp. Probablemente el sello no puso toda la carne en el asador a nivel de promoción, pero también es cierto que la música y la actitud del dúo no poseía el halo desafiante, y un poco arisco que se le presupone a la música genial y visionaria. B12 no suenan incómodos; suenan familiares porque sus melodías habitaban nuestros sueños mucho antes de que nos hubiésemos dado cuenta. No necesitan hablarnos del futuro porque su sonido procede de otra dimensión, ajena a nuestra visión lineal del tiempo.
25 años después, Steve Rutter, en solitario, ha recuperado el nombre de B12 y ha vuelto a producir música exactamente igual de bella, porque todo y nada ha cambiado desde aquellos lejanos 90. Y su Electro-Somasuena hoy tan bien o incluso mejor de lo que lo hacía entonces. Por ello se ha decidido a volver a tocarlo en directo —al tiempo que Warp reedita el disco junto a un Electro-Soma II,que recoge algunos inéditos de la época— y ofrece esta delicia a nuevas generaciones de fans del techno. Del true techno.
Steve llegará a MUGAKO en octubre como parte del showcasede nuestros admiradísimos Analogical Force, plataforma madrileña «donde poder expresarme sin estar sujeto a imposiciones de clubs, peloteos, navajeos o criterios que rodean la noche de Madrid y que muchas veces tienen poco o nada que ver con lo importante: la música. Analogical Force es un concepto muy a mi medida, rebelde y fuera de modas, un puto verso suelto». Así lo define su responsable, Pervert, y así les amamos.